Soy Egresado

Septiembre de 2016

Tema de la edición: Pos-acuerdo de Paz

Desde el trabajo en salud, aportando a la paz de nuestro país

Por: Nohora Patricia Bonilla Solano
Médico
npbonillas@unal.edu.co

Imagen 1. Actividades educativas con pacientes.
Fuente: Grupo de riesgo Cardiovascular. 2016-I.
Imagen 2. Talleres grupales con pacientes.
Fuente: Grupo de riesgo Cardiovascular. 2016-I.

Comencé a pensar en cuáles podían ser las maneras de contribuir a la paz de nuestro país desde el entorno de la salud; al principio, no tenía muchas ideas; pero, casualmente, una colega me enseñó dos cartas escritas por pacientes que pertenecen a un programa de atención de enfermedad crónica, en las que agradecían el apoyo brindado para entender su enfermedad y las herramientas brindadas para ejercer el autocuidado de la misma.

Debo confesar que, para mí, fue revelador descubrir que estos pacientes habían encontrado en el personal de Salud algo mucho más valioso que un tratamiento; estas personas habían encontrado: respeto, apoyo, empatía, quien los escuche y resuelva sus dudas, y, sobre todo, quien les permita sacar una sonrisa cuando se debe enfrentar la realidad de una enfermedad. Leí las cartas palabra por palabra, y, a medida que las repetía, me adentraba aún más en el sentir y la forma de pensar de esa persona que se sienta todos los días al otro lado de mi escritorio.

Fue más gratificante mi experiencia cuando entendí que la atención brindada, les permitía, de alguna forma, reconciliarse con Dios y con la vida. “me hacen sentir alegre y comprender que la vida es hermosa y que Dios un día nos dio vida y así mismo nos dio la salud”, relata una de las cartas.

La cercanía, el sentir respeto y apoyo generó, en estos pacientes, un sentimiento capaz de opacar el dolor, la incertidumbre o la tristeza de estar enfermo: la gratitud, seguida de la paz y de la tranquilidad de saber que aunque estoy enfermo puedo seguir adelante, aprender más cosas, ayudar a los demás, perdonarme a mí mismo y dejar de buscar culpables por mi enfermedad.

Esos buenos sentimientos en el corazón de mis pacientes son los que me permiten creer que se puede dejar a un lado la ira y la intolerancia, que hacen tanto daño en las calles de las ciudades; además de pensar que esa misma semilla que he sembrado en mi consultorio puede llegar a ser un árbol que da fruto y alimenta a muchos más.

Tal vez esta relación no sea 100% lineal, y sé que no todos mis pacientes salen igual de motivados; sin embargo, pienso que es un paso importante en la construcción de la paz social que tanto necesita Colombia desde el punto de vista de la salud; ya que con solo ofrecer una mejor calidad de atención, con estrategias sencillas como: talleres educativos, seguimiento telefónico, actividades grupales, trabajo en equipo, etc.; con escuchar por qué nos interesa su salud y usted como ser humano, es posible iniciar el cambio en la vida de muchas personas y, por ende, de una sociedad.

Saber que los sentimientos de gratitud son más grandes que la pena de estar enfermo, y que de este sentimiento, se pueden generar varias formas de reconciliación, me ha permitido descubrir la delgada línea que separa mi trabajo del de aquellos que buscan la paz por medio del diálogo.

Debo ser sincera y decirles que muchas veces tengo dudas; admito que no sé todo el universo de lo que la Medicina comprende; seguramente ninguno de nosotros; empero, para el paciente es muy importante sentir que el médico que está en frente levanta la mirada de su pantalla de computador para mirarle a la cara y mostrar interés por lo que le sucede, y desde su conocimiento o experiencia buscar darle una solución a su problema médico, más allá de porque sea su obligación laboral, sino por el hecho de que esa persona está confiando su vida a nuestro cuidado y conocimiento. Y a pesar de las muchas limitaciones que existen en el sistema de salud actual, demostrar estas actitudes a los pacientes no cuesta nada y es sencillo de ejecutar.

Ojalá cada uno de nosotros permita generar un entorno de confianza paciente-médico, esperando que nuestro mejor pago sea el gesto de gratitud por lo que le hemos brindado. Por supuesto, todos los que trabajamos en este oficio a diario sabemos que no siempre se logra, tenemos pacientes y familiares difíciles; pero en esos casos procuro pensar en esta frase de la sabiduría de Buda, “Quien te enfada te domina”; mantener la calma y procurar no tomar los sentimientos negativos de ciertos pacientes como algo personal. Les aseguro, además, que estas personas son la minoría.

Espero que hagamos de nuestra profesión la puerta para construir un nuevo país en paz, pues si bien es cierto que no vamos a la guerra ni hacemos parte de un proceso de negociación, sí estamos enseñando a las personas a creer que existe una segunda oportunidad, a encontrar en un desconocido alguien en quien confiar, a sobrellevar angustias y tristezas tan profundas como las de una enfermedad y, a pesar de eso, ser capaz de sonreír. Si a este artículo le cambio la palabra paciente por víctima y la palabra enfermedad por violencia, descubrirán en sus palabras y sus manos una herramienta tan poderosa como indispensable para construir una nueva Colombia en paz.