Soy Egresado

Diciembre de 2016

Tema de la edición: Estudios de Género

Grupos estudiantiles liderados por mujeres – Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá

Por: Elizabeth Moreno Domínguez
Trabajadora Social Magister en Investigación Social Interdisciplinaria
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Coordinadora Programa de Gestión de Proyectos
Universidad Nacional de Colombia

Imagen 1. Grupo de Astrobiología - Facultad de Ciencias
Fuente: Oficina de comunicaciones - Dirección de Bienestar Universitario
Imagen 2. Grupo de Investigaciones Agrícolas GIA - Facultad de Ingeniería
Fuente: Oficina de comunicaciones - Dirección de Bienestar Universitario
Imagen 3. Grupo Tusunay - Facultad de Medicina
Fuente: Oficina de comunicaciones - Dirección de Bienestar Universitario
Imagen 4. Grupo Phoenix - Facultad de Ciencias Humanas
Fuente: Oficina de comunicaciones - Dirección de Bienestar Universitario
Imagen 5. Grupo Habibi - Facultad de Ciencias Humanas
Fuente: Grupo Habibi


Este artículo se elaboró con base en mi experiencia en la coordinación del programa de Gestión de Proyectos, adscrito a Bienestar, donde se articulan los grupos estudiantiles de trabajo de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá. El acercamiento es realizado desde los grupos estudiantiles de trabajo liderados por mujeres y a partir del estudio de Moreno Domínguez (2011).

Iniciaré por plantear que en la Universidad Nacional, como institución, aún se pueden apreciar rezagos de la sociedad patriarcal, prácticas en las cuales en su cotidiano, delinean un entorno donde el machismo y la discriminación pueden hacerse presentes. Según el estudio de Moreno Domínguez (2011), hay prácticas que se mimetizan y se terminan considerando naturales; por ejemplo: espacios donde se subvalora la palabra y la presencia de la mujer, asociándola con la esfera doméstica y deslegitimando su vinculación con la educación; la referencia de chistes con contenido “sexista” que las lastiman (Cortés-Díaz, 2002). A nivel académico, aún persisten carreras consideradas como masculinas y otras femeninas; es el caso de Ingeniería Mecánica y Trabajo Social, cuyo porcentaje de mujeres es de 7% y 78%, respectivamente. (Oficina Nacional de Planeación, 2014, en  Moreno-Domínguez, 2015).

Se observa cada vez más, la incursión de la mujer en el espacio público universitario; presencia que ha sido lenta pero que ha ganado mayor relevancia, aumentando el liderazgo de la mujer en grupos estudiantiles, en la representación estudiantil, en órganos de Facultad y de gobierno de la Universidad; su participación en la presentación de ponencias en foros, seminarios y congresos para la presentación de resultados investigativos, en grupos editoriales estudiantiles, espacios que sustantivan un aporte, donde su compromiso marca una impronta en su liderazgo.

Sin embargo, al indagar sobre el contenido del género en sus prácticas, en el estudio realizado por Moreno Domínguez (2011), podemos observar cómo el género y el feminismo es un asunto que se rechaza y se niega de entrada (a excepción de los grupos feministas incluidos en la muestra del estudio), se identifica el tema como la competencia o el enfrentamiento con el hombre, considerado como “la guerra entre los sexos, la que ya está mandada a recoger” (Luisa, CP. Moreno-Domínguez, 2011, p. 102). La discriminación no se identifica, tal vez, porque son comportamientos que se naturalizan y mimetizan en la cotidianeidad.

Se advierte como, aunque la mujer ya ha logrado separar la parte de la sexualidad de la función reproductiva, brindándole libertad y autonomía, aún mantiene una fuerte dependencia del hombre y de las relaciones afectivas, cuestión que, en ocasiones, la enfrenta a fuertes crisis emocionales y, en algunos casos, puede ser la causa del bajo rendimiento académico o aún del abandono de sus estudios. A pesar de no realizar una práctica de entrada relacionada con el género o el feminismo, sí se pueden identificar acciones tendientes a legitimar espacios que marcan su sello y se subjetivan con su presencia.

En la Universidad, desarrollan prácticas de resistencia frente a procesos y acciones adversos generando transformaciones sociales de prospectiva en torno a escenarios que necesitan legitimar; esto se logra mediante el compromiso y sentido de pertenencia que invierte en sus acciones, la movilización hacia causas sociales o de reivindicación de derechos en comunidades, donde puede optar y focalizar intervenciones con las mujeres de la comunidad, generando proyectos que las benefician como género. A este respecto, considero que las acciones en la línea de género marcan y emergen dentro del despliegue de la acción social que realizan, tanto en su entorno inmediato como externo, en donde se va legitimando su presencia, especialmente, si tenemos en cuenta su importante y decisivo liderazgo en los ámbitos del saber y del conocimiento, cualificándolas decisivamente.

Trabajar el género desde el punto social, en el espacio de la Universidad, requiere el asumir otras estrategias donde el rótulo del género o del feminismo, no sea la única acción convocante, no porque no sea necesaria e importante, sino porque es un término que la sociedad de medios se ha encargado de lastimar y tergiversar.

El intervenir hacia las acciones de género nos remite a la necesidad de brindar, cada vez más, espacios donde las mujeres de nuestra universidad logren emerger desde sus potencialidades y trazar horizontes desde los cuales puedan devenir en la construcción de sus subjetividades y descubrirse en su “ser mujer”. Por ello, su identidad es un proceso en construcción, agenciados por ellas mismas; para lo cual, la Universidad debe proveer los espacios y medios, facilitando que, ese sujeto mujer, logre configurarse. Así, su presencia cada vez más actuante, permitirá impregnar un espacio, donde su práctica tenga mayor protagonismo y presencia real, a fin de transformar estructuras que logren, a su vez, producir las transformaciones y cambios culturales en el tipo de relaciones entre mujeres y hombres.

Es vital, además, que la Universidad considere la importancia de introducir, como parte del currículo, las teorías de género, pues ellas permitirán conocer y entender, desde la cientificidad, los factores sociales, económicos y culturales, y la forma como se configuraron para generar una discriminación hacia la mujer y que la sociedad ha arrastrado hasta el día de hoy; el develar estos elementos y traerlos al plano consciente, como es la función de la educación, nos permitirá decodificarlos, ejercer un proceso crítico y trazar acciones para superarlos.

 

Bibliografía

  • Cortés-Díaz, D. (2002). Inclusión de la perspectiva de Género en la cultura organizacional de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. Primera Etapa. El caso del Departamento de Obstetricia y Ginecología. Programa de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo con perspectiva de Género. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

  • Moreno-Domínguez, E. (2011). La mujer universitaria como sujeto político y social (El caso de la Universidad Nacional de Colombia) (tesis de maestría). Facultad de Ciencias y Educación. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia.

  • Moreno-Domínguez, E. (2015). Construcción del sujeto femenino asociado a prácticas políticas en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Voto Incluyente, (3), 11-35.