Soy Egresado

Diciembre de 2016

Tema de la edición: Estudios de Género

Educación y estudios de género una relación empática

Una experiencia de educadoras en busca de cambio

Por: Imelda Arana Sáenz
imearana@gmail.com

Imagen 1. Mundos de Igualdad: "La orientadora Ana Mercedes Díaz con su semillero - Col. Prado Veraniego de Suba"
Imagen 2. PFPD SED_EEG 2014: Docentes de Bogotá comparten proyectos para la equidad de género - Enero de 2015
Imagen 3. Seminario y Matemáticas: "Semillero de estudiantes de la profesora Francy Riveros - Liceo Femenino de Bogotá" (Francy, primera a la izq. arriba, Imelda a la Derecha, abajo)
Imagen 4. Suba es mujer: "Chicas de uno de los semilleros de estudiantes de la Red de Género de Suba"


Soy egresada de la Universidad Nacional de Colombia en Ciencias de la Educación, carrera de la Facultad de Ciencias Humanas, eliminada a fines de los 70 del siglo pasado, por decisión de quienes entonces dirigían la Facultad y quienes determinaron que formar docentes era un asunto de poco valor para la universidad. Pertenezco a las últimas promociones de docentes titulados por la UN, me desempeñé en la carrera docente, fui directiva sindical y dirigente del movimiento pedagógico.

Siendo directiva de la Asociación Distrital de Educadores (ADE), un grupo de educadoras decidimos constituir un colectivo que trabajara por los derechos de las mujeres, inicialmente al interior de la organización sindical; luego, en todo el ámbito de la cultura y la sociedad. Era el año 1985, cuando se preparaba el XV Congreso de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) y se vivía una coyuntura crucial para la educación en el país: el surgimiento del Movimiento Pedagógico, las luchas sociales por una apertura democrática y una nueva constitucionalidad, el auge de los movimientos feministas y de mujeres. Los modelos de vida debían y pedían ser modificados.

En ese contexto, se ubica la constitución de la Comisión de Asuntos de la Mujer de la ADE, la cual surgió gracias a algunas maestras de Bogotá, quienes coincidimos que era la hora de que el “ser mujer” tuviera incidencia en la vida social y en la cultura; el movimiento feminista, con su fulgor en Latinoamérica, nos impregnó de fuerza y capacidad para ligar la labor pedagógica, con la lucha por la transformación de las condiciones de vida y trabajo de las educadoras colombianas. Se iniciaron acciones para ganar y generar conciencia, autoestima, conocimiento, solidez, valor y poder decisorio para participar en mejores condiciones de la vida profesional, y la actividad sindical y política.

Dentro de las acciones emprendidas, nos propusimos una práctica docente que formulara una alternativa de formación de docentes que pensaren y actuaren libremente para el favorecimiento de relaciones de equidad en la cotidianidad de la vida escolar. La reflexión acerca de las prácticas pedagógicas sexistas y los valores que las sustentan, la transmisión de esos valores en la escuela y su reproducción a través de la vida cotidiana, condujeron a plantearnos la necesidad de buscar alternativas de acción, las cuales consolidaron un proyecto que tuvo como eje la abolición del sexismo en la educación y, como uno de sus pilares, la consolidación de una nueva pauta de formación de educadoras y educadores, basada en la idea de la coeducación, para lo cual nos nutrimos de los estudios de la mujer y su relación con la educación.

Asumimos esta vía de cambio y elaboramos el proyecto “Construcción de una práctica pedagógica no sexista en la comunidad educativa”, dando inicio a cursos de capacitación para educadoras y educadores, con apoyo del grupo Mujer y Sociedad de UN (del cual surgió la actual Escuela de Estudios de Género de la UN), los cuales tuvieron, entre otros objetivos: promover la discusión acerca del papel de mujeres y hombres en la reproducción de la cultura, contribuir al cuestionamiento de las prácticas educativas sexistas, aportar a la construcción de prácticas y teorías pedagógicas alternativas y formular proyectos educativos institucionales co-educativos.

Las estrategias metodológicas desarrolladas permitieron rescatar la participación directa de las y los docentes, impulsar el trabajo colectivo y reivindicar las metodologías apropiadas para que las mujeres accedan a la palabra, partiendo de su propia experiencia. El proyecto creció y permanece, regido por la legislación para la formación de docentes derivada de la Ley 115 de 1994.