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Desafíos y Oportunidades de Desarrollo Integral en el Ejercicio Profesional

Del Campus Universitario a la Selva Laboral

Por: Julio E. Santamaría Sabogal

Economista, Universidad Nacional de Colombia

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“Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe” Bill Gates

Un profesor me dijo un día “la experiencia es un intangible que cuando se necesita no se tiene y que cuando se tiene ya no se necesita”; y, en el trasegar de la vida académica y laboral, nos encontramos con esta paradoja que nos enfrenta al momento de graduarnos e insertarnos como profesionales al mercado laboral colombiano, es en ese instante, cuando sale a flote la brecha que existe entre la academia y las empresas. En la primera, se forma a los individuos bajo un marco teórico y conceptual propios de la disciplina de estudio, apartándose, en muchas ocasiones, de la praxis que ocurre en los entornos laborales y para las que un estudiante recién graduado no se encuentra preparado; mientras que en la segunda, las empresas sacan un provecho económico de la oferta, cada vez mayor, de profesionales recién graduados, a los que se les exige una experiencia laboral previa que no poseen, acompañado de salarios que no compensan ni el tiempo ni el dinero empleado que se destinó en su formación profesional.

Recién graduado como economista de la Universidad Nacional en el año 2011, encontré, como primer reto, el desarrollar una experiencia laboral en lo que requerían las empresas en su momento; de nada servía la experiencia como pasante en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público ni como asistente de investigación en la Facultad de Ciencias Económicas; el mercado necesitaba experiencia en finanzas, evaluación y formulación de proyectos, crédito y cartera, entre otros, para las que no tenía experiencia. De allí aprendí que, a la par de la formación académica, es importante involucrarse laboralmente en algo que se encuentre bajo el perfil profesional que las empresas requieren; ante esto, considero que los estudiantes de quinto semestre en adelante inicien su vida laboral, de modo que se adquiera, tanto el desarrollo teórico, como el práctico, elementos beneficiosos, no solo para la experiencia laboral, sino también para la visualización de oportunidades en la creación y desarrollo de proyectos empresariales que partan de los estudiantes una vez se gradúen.

Tras superar el primer reto, desarrollé actividades en las que, como estudiante, no vislumbraba en su momento, realizando avalúos para entidades como Colsubsidio y como asesor financiero en empresas del sector minero, tratando, al mismo tiempo, de mantener una relación con la investigación propia de mi profesión; esta última más como el vehículo de desarrollo de los conocimientos en temas de política-económica, econometría y análisis macroeconómicos, temas que no se pueden explotar en otras actividades.

Al partir del campus universitario, los egresados se encuentran inscritos en una “selva laboral” donde, no solo deben competir con profesionales de su misma área, sino con los de otras disciplinas, con técnicos y tecnólogos a los que deliberadamente las empresas homologan, buscando mantener bajos salarios y contratos de prestación de servicios de menor cuantía y por periodos cortos de tiempo; al tiempo que los egresados deben realizar el rompimiento de los paradigmas que, como estudiantes, poseían.

Posteriormente, por un lado, el asesorar y evaluar proyectos mineros relacionados con el carbón y los materiales de construcción implicó inmiscuirme en temas que, desde mi vida estudiantil, consideraba disconforme con la conciencia ambiental. Por el otro, con prevención, encontré otro punto de vista frente a la minería; gracias a esta, la sociedad moderna se sostiene, permite la generación de energía, de materia prima para la infraestructura, la vivienda y la tecnología, ya que está en todo lo que nos rodea. Especialmente, porque el tema central de este sector está en las buenas prácticas y la legalidad, así como en el manejo y la mitigación en el impacto ambiental.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, la academia debe estar en sintonía con la realidad económica y laboral del país, formando profesionales con conocimientos teóricos y prácticos, con capacidades de adaptación y de visualización de oportunidades, las cuales les permitan, a sus egresados, enfrentar los retos con un mejor desenvolvimiento dentro del entorno laboral así como de creación de nuevos proyectos empresariales.