Líderes de Cambio

Narrativa de enfermería: una esperanza para María

La narrativa en Enfermería es usada como una fuente de conocimiento que permite, relacionar el quehacer diario con la disciplina, que, a su vez, es producto de las interacciones y el cuidado a los individuos.

Me desempeñaba como enfermera en un centro de servicios amigables para adolescentes. Era un jueves, recuerdo que llovía y ya era media tarde, la consulta había estado tranquila. Llamé a la siguiente paciente y era una joven de dieciséis años, se veía un poco nerviosa e intranquila, ingresó al consultorio y yo noté de inmediato que había estado llorando. La seguí hasta que se sentó frente al escritorio, fijo su mirada en el piso; se quedó quieta e inmóvil como estatua, le pregunte con voz suave y pausada: “¿te sientes bien?”, a lo que me respondió: “no, estoy muy nerviosa y no sé qué pueda pasar”. No se movía de su silla y tenía la mirada fija en el piso. Volví a preguntar: “¿te gustaría contarme qué pasó?”. Intentó moverse pero parecía que los hombros le pesaban, sin embargo, fijo sus ojos claros en mi rostro y empezaron a caer lágrimas por sus mejillas. Le sonreí y, sentándome a su lado, le tome una mano y volví a decirle: “¿quieres contarme que pasa para poderte ayudar?”. Ella prosiguió entre sollozos: “vine a hacerme una prueba de embarazo, sospecho que estoy embarazo, tengo un retraso de veinte días”.

En contexto, María es una joven de dieciséis años quien asiste por primera vez a consulta de servicios amigables para adolescentes y jóvenes, en Colombia estos servicios se prestan para prevenir los problemas más frecuentes en esta etapa de la vida, así como la identificación y satisfacciones de las necesidades individuales y colectivas en el ámbito de la salud sexual y reproductiva.

María presentaba una amenorrea de al menos quince días, había iniciado su actividad sexual y no usaba ningún método anticonceptivo. Adicionalmente no contaba con una buena red de apoyo y hacía una semana estaba en esta situación tan difícil. El tiempo transcurría en la consulta y no paraba de llorar, compartió su vida conmigo, entendí los motivos de la gran preocupación que ella sentía: su pobre red de apoyo, el desconocimiento y falta de información. Mientras contaba su historia de vida, fui haciendo la valoración física, le tome signos vitales, y le brindé información sobre enfermedades de transmisión sexual y métodos anticonceptivos.

Finalmente tomamos una prueba de embarazo en orina, fueron los diez minutos de espera más angustiantes, al verla salir del baño con la prueba en la mano, su mirada fija en el piso y sus pasos cortos y lentos, pude apreciar cada segundo que había estado acompañándola.

Revisamos varias veces la prueba, se nos cortó la respiración al ver que aparecía una línea azul bien marcada; al cabo de unos minutos solo marcó una línea. Comprendimos que, hasta el momento, el resultado era negativo. Al confirmar el resultado saltó de la alegría y me abrazó, contuvo las lágrimas, ahora sonreía y su rostro se iluminó. Finalizamos la consulta con un fuerte abrazo, una orden para realizar varios exámenes, y una cita de control para definir su método anticonceptivo. Se despidió con un “gracias, jefe”. María continúo asistiendo a consulta, cada vez más abierta, con menos inseguridad sobre su sexualidad y una mayor conciencia sobre su proyecto de vida hacia el futuro. Cada vez que asistió a la consulta dimensioné lo fundamental de mi profesión, ser enfermera me brinda una posición privilegiada de interacción con cada individuo, me brinda el tiempo y el espacio necesario para generar vínculos de confianza y empatía.