Dinámicas de Trabajo en la "Nueva Normalidad" - Retos y Oportunidades

La empatía en el escenario pedagógico

Más allá de las posibles interpretaciones, relacionadas con las formas y métodos de enseñanza en los escenarios académicos universitarios, hay algo que jamás olvidaré, una frase que será insignia de mi rol docente, porque la expresé en mi pregrado (por allá en el año 2008 aproximadamente, cerca a la Torre de Enfermería) y no pierde vigencia: “Ojalá no se me olvide que fui estudiante, nunca”. Quizás parezca una oración “Cliché”, pero los colegas no me permitirán mentir al afirmar, que a más de un conocido se le olvidó qué tipo de dificultades tuvieron como estudiantes y ahora actúan como si nunca hubiesen tenido dudas, miedos, inseguridad, o simplemente, aprietos relacionados con terceros: familia, amigos, pareja, dinero, transporte, etc.

En tiempos de la pandemia asociada al COVID 19, mi escenario de ejercicio laboral se trasladó y se transformó: pasamos de las aulas, los laboratorios y los campos de práctica a una pantalla, una cámara, un micrófono y la ahora indispensable, conexión a internet.

Mi intención con este escrito no es analizar la reestructuración de los escenarios pedagógicos, ni mucho menos. Particularmente, quiero expresar la preocupación frente a una serie de acontecimientos que se presentaron durante mi actuar docente, en el contexto del aislamiento preventivo y durante las conexiones remotas con mis estudiantes.

Al finalizar la sesión de una de las asignaturas que tuve la oportunidad de liderar, un estudiante me pide un espacio para hablar, menciona que no importa si es en público o en privado, quiere aprovechar la confianza que hay en el ambiente para expresar una dificultad que sintetizaré a continuación:

“Resulta que me encuentro en un estado terrible, estoy estresado, angustiado y desesperado… Ya no sé como manejarlo. Estoy solo en mi casa, los profesores están dejando demasiados trabajos, no duermo bien, me está yendo como un zapato en los parciales, no nos están dejando el tiempo suficiente para resolverlos, los profesores nos exigen tolerancia y paciencia en cuanto a las clases… pero llega un quiz, llega un parcial y nos dejan tiempo limitado… No logramos resolver. Da rabia estudiar toda una noche, para ni siquiera tener la oportunidad de leer las preguntas con calma y tratar de resolver un parcial… ¿Dónde quedamos nosotros Profe?”.

Es una situación que trasformó un ambiente académico cómodo, ameno, de confianza; en un ambiente tenso, silencioso, e incómodo. Corrí con suerte que en mi experiencia y formación he logrado las competencias necesarias para poder sortear estos escenarios, pero no quería simplemente atenuar la situación; sino más bien, brindar las palabras adecuadas para intervenir en esa expresión de emociones tan negativas: trasformar esos sentimientos de frustración e incertidumbre de mi estudiante, en una motivación, en un posible escenario de crecimiento, en una oportunidad para fortalecerse y afrontar las dificultades que, posiblemente a futuro, se le cruzasen.

Expresé mi apoyo constante e incondicional para las situaciones que él o los miembros del curso tuvieran que comentar, ofrecí mi escucha activa y reserva total frente a los temas que ellos desearan tratar, di mi acompañamiento emocional a las personas que sintieran que la carga académica, “trans pandemia” o “post pandemia”, pudiese generar inconvenientes. ¿Por qué lo hice?, porque no olvido que fui estudiante. Además, estoy convencido que un acompañamiento así en mi pregrado o posgrado hubiese sido muy valioso. Profesores, colegas, no olvidemos de dónde venimos, para poder corresponder con los actos que realizamos, por donde vamos. Hagamos honor a nuestro pasado y cambiemos el futuro de los que nos rodean.

Gracias.