“Mujeres de Grandes Lecciones”

Transformación de un sector y de la sociedad 

Entré a la Universidad Nacional de Colombia cuando tenía apenas 15 años. Aunque era muy joven, estaba convencida de que ahí quería estudiar; ese símbolo ya definía quién era. El concepto de recursos públicos destinados a educar a los jóvenes era importante para mí.

Como muchos casos en Colombia, yo era la primera de la familia en ir a la universidad; mis padres se habían casado sin terminar el bachillerato. El reto y el orgullo fueron y son siempre mi motivación.

Quería estudiar ingeniería ambiental, pero lo más cercano que logré fue ingeniería química; ya a esa edad pensaba que teníamos que hacer algo para frenar la contaminación atmosférica de las fábricas, buses, camiones y carros, en los paseos en bici con mi familia por la autopista sur veía las empresas y sus chimeneas. Mi abuelo había sido conductor de colectivo, ese sistema de transporte informal que precedió a los buses; yo lo acompañaba en las mañanas antes de que me dejara en el colegio, y de esos viajes me quedó el recuerdo del olor a gasolina. Desde entonces me preguntaba por qué los ciudadanos tenemos que soportar ese olor y, claro, los impactos que trae consigo.

Veinticinco años más tarde de haberme graduado de la Universidad, trabajo como ingeniera en la transformación al transporte cero emisiones, empezando por buses eléctricos alrededor del mundo. Soy la directora de transporte de una organización llamada Clean Energy Works, la cual tiene sede principal en Washington, y resido en el exterior. Por mi trabajo en transporte sostenible recibí un reconocimiento global de parte de la Transformative Urban Mobility Initiative como una de las 50 mujeres hacedoras de cambio en el 2020.

Salí de Colombia en el 98 para hacer mis estudios de especialización y maestría en Ingeniería Ambiental, y aunque no volví a vivir en mi país, trabajo para él. Mi organización junto con otras dimos asistencia técnica a TransMilenio en sus licitaciones para traer buses eléctricos a Bogotá; ya están unos en circulación y al final del 2021 se espera tener un total de 1485. Ahora estamos asesorando al Ministerio de Transporte para apoyar más ciudades en sus esfuerzos de reducir la contaminación local y el impacto al cambio climático con emisiones de carbono.

Estamos en pandemia, pero aún seguimos trabajando porque la reducción de la contaminación tiene beneficios socioambientales, inclusive económicos, a largo plazo para nuestro país. Mi área de experiencia es el desarrollo de modelos de negocios alternativos para lograr mayor escala en la implementación de energías cero emisiones. Los retos de esta transformación tienen que ver con el alto costo inicial de las tecnologías limpias, sobre todo en países en desarrollo como el nuestro donde dependemos de la importación. Pero es justo eso: la oportunidad de generar innovaciones en Colombia tanto en el software (es decir, procesos y alianzas) como en el hardware (es decir, la tecnología).

Quedo gratamente sorprendida porque en mi gestión encuentro muchos emprendimientos de colombianos jóvenes en el tema de baterías o cargadores para movilidad eléctrica. En mi papel de líder de una organización sin ánimo de lucro, reconozco el potencial enorme de acercar actores, de promover colaboraciones y de proponer soluciones de otros países para que sean estudiadas y mejoradas en nuestro país.

Hay camino por recorrer; he sido muchas veces la única mujer en reuniones y equipos, y por lo general mi interlocutor en las empresas de transporte, de energía, y en las instituciones financieras son hombres. Por trabajar en Estados Unidos, siempre he sido una de las pocas latinas en la mesa, lo cual siempre me ha llenado de orgullo. Represento a mi raza, mi género, mi país, ¡y a mi universidad!.

Referencias:

• Clean Energy Works, página About Us, https://www.cleanenergyworks.org/about-us/

• Transformative Urban Mobility Initiative, Remarkable Women in Transport 2020, página 29, https://womenmobilize.org/wp-content/uploads/2020/03/RemarkableWomen_DINA4_2020.pdf