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Edición 29

“La Resiliencia, una Herramienta para Construir Cambio"


 
 

LA PANDEMIA COMO PROFESIONAL DE LA SALUD: UNA EXPERIENCIA PARA SER MÁS Y SERVIR MEJOR.




Paula Andrea González Caicedo

 

 


 

Hace ya más de 18 meses que la Organización Mundial de la Salud, decretó la enfermedad COVID-19, como una emergencia sanitaria mundial (Organización Panamericana de la salud [OPS], 2020); y, con ocasión de la pandemia, el personal sanitario se enfrentó a situaciones de estrés inesperadas que generaron desequilibrio emocional, aislamiento social y el sufrimiento de pérdidas humanas, relacionadas también con sus propios familiares (Boso & Oltra, 2020); (Castagnola et al., 2021). Como fisioterapeuta, aunque me gusta y disfruto lo que hago, varias veces pensé en dejarlo todo, porque estar expuesto al riesgo directo en una UCI (Unidad de Cuidado Intensivo) al tomar muestras, ventilar, pronar al paciente una vez ventilado1, rehabilitar y ver fallecer personas, es quizás el panorama más desalentador de la pandemia visto desde el primer plano.

Miedo, nervios, angustia e impotencia, fueron algunos de los sentimientos comunes entre nosotros, pues expuestos a la batalla, viendo a las personas sufrir lejos de sus familias, se avivaba la frustración. Médicos, enfermeros, auxiliares de enfermería y fisioterapeutas, luchamos incansablemente intentando derrocar lo más seguro, pero menos deseado: la muerte.

Al comienzo, estar expuestos largos períodos de tiempo en nuestro trabajo hacía que el estrés aumentara, pues sentir que llevábamos el virus a casa era una de las maletas más pesadas que podíamos cargar. Además, ver llegar constantemente personas enfermas a la UCI, era confirmar que confiaban sus vidas a nosotros, y… ¡qué gran responsabilidad saber eso!

Las personas con enfermedad crítica por COVID-19 en múltiples ocasiones requieren estar conectados a un respirador artificial varios días, deben permanecer en estado de coma prolongado y recibir diferentes medicamentos para mantener o mejorar su condición clínica (Dieguez et al., 2020); (Bernardi et al., 2020). Sin embargo, una vez pasado el período crítico, esta enfermedad deja en algunas personas secuelas de difícil manejo como debilidad muscular, dificultad para moverse y/o la dependencia completa a un cuidador (Mastarreno et al., 2020); (Molina, M., 2020); y aunque como equipo siempre lo dimos todo, en varias ocasiones perdimos la batalla.


Figura 1. Rehabilitación de los pacientes en la UCI con ayudas instrumentales. Fuente: archivo personal

Cada vida perdida se traducía en un intento fallido de todos, la desesperanza aumentaba, la carga emocional también... Estudiar para intentar conocer el comportamiento de la enfermedad y disminuir sus efectos potenciales se hacía insuficiente. La esperanza iba y volvía. Reconocer que cada paciente que atendemos es la persona más importante del mundo para alguien, dejaba de lado el agotamiento físico y mental, para entregarlo todo. Durante meses, el trabajo interdisciplinar fue intenso y constante; se reconoció que en equipo la atención en salud tiene frutos, y que las sonrisas de las vidas salvadas y sus familias son la mejor recompensa después de esta devastadora enfermedad.

Asimismo, empezar a ver vidas cerca de sus familias era un triunfo colectivo; ahí fue más claro ver que la pandemia a pesar de ser algo aterrador, no iba a poder con nosotros. Este proceso de adaptación nos costó lágrimas, pero verlos a ellos sonriendo y agradeciéndonos, nos salvó la vida y nos dio experiencias inolvidables. Y aunque en toda esta batalla, muchos de nosotros también perdimos familiares y seres amados, resiliencia también es ver a cada paciente que atendemos como a uno de ellos, que estuvimos, y estamos seguros, de entregar siempre lo mejor, y que ahora, todos esos ángeles que vimos partir están con nosotros en un plano más allá de lo físico.


Figura 2. Paciente sentado sin ayuda, en compañía de equipo rehabilitador. Fuente: archivo personal

Recordar todo lo que ha pasado desde el 06 de marzo de 2020 me arruga el corazón, pero me recuerda la importancia de siempre «ser más para servir mejor».

 


1Poner al paciente en decúbito prono (boca abajo), con el fin de mejorar la mecánica y las áreas de oxigenación pulmonar (Bernal et al., 2015).


Referencias:


 

 

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