“La Resiliencia, una Herramienta para Construir Cambio”

ROMPIENDO BARRERAS

Definitivamente es una delgada cuerda la que guía nuestro destino y tal vez en el camino se van abriendo posibilidades que nos van llevando a nuestra meta.

Es importante reconocer el legado de mis padres, porque hoy en día al ver en retrospectiva sus historias, desde mi posición actual apoyando la Gerencia de Operaciones de una importante consultora de servicios de ingeniería y proyectos en Bogotá, me sigue causando una profunda admiración, tanto por lo que ellos aportaron en ese camino, como lo que la vida en su curso (y siendo firmemente creyente en Dios, siento que ha sido su guía) me han permitido lograr.

Y es que cuando cursaba el último semestre de mi carrera de Ingeniería Agrícola, percibía que ubicarme laboralmente en el campo de acción de la misma no sería algo sencillo, especialmente por no contar con una red de contactos ni conocidos que me referenciaran. Debido a eso, decidí complementar mi formación e inicié una carrera técnica en Diseño de Máquinas, a través de la cual logré esa primera meta de incursionar en el mercado laboral, vinculándome a una consultora de proyectos de ingeniería.

No obstante, a pesar de ser graduada como ingeniera, me ofrecieron un cargo como dibujante, y me aclararon que no podían «reconocer» mi formación como ingeniera porque las áreas que allá tenían campo de acción eran otras ingenierías.

Así inicio mi travesía para lograr el reconocimiento de mi formación como ingeniera, sin importar que tuviera que arrancar con un rol de dibujante. Asumí ese reto con entusiasmo, sin pensar mucho en el tiempo que me podría llevar, pero sí con la firme intención de hacer valer mi título profesional en un medio totalmente ajeno a mi formación.

En poco tiempo empecé a escalar posiciones, y aunque me despidieron debido a la crisis económica de los 90, logré pasar rápidamente a otra organización del mismo sector por mi experiencia y actitud, aunque sin lograr aún el reconocimiento de mi perfil profesional. Ya a inicios del 2000, empecé a recibir más oportunidades de responsabilidad y paulatinamente quedé a cargo del área en la que me desempeñaba, y lo mejor, haciendo las funciones de ingeniería.

Ya había logrado mi objetivo, tener el reconocimiento de mi formación. Claro que tuve tropiezos y dificultades, y la verdad me costó lágrimas muchas veces, pero mantuve mi espíritu y mi ánimo por hacer las cosas mejor que bien, y generando valor siempre que podía.

Las cosas no terminaron ahí, pues con el tiempo llegué a ocupar la jefatura de uno de los departamentos de ingeniería, logrando conformar un equipo de 30 personas entre las cuales había técnicos e ingenieros. Algunos años después fui nombrada gerente adjunta de operaciones, y hace un año fui nombrada gerente de operaciones, de una organización que hoy en día cuenta con poco menos de 400 personas en Colombia. La organización también tiene oficina en Perú y México.

Lograr el reconocimiento de mi profesión me tomó casi 7 años, y llegar a la gerencia de operaciones casi 20. No era mi meta llegar aquí, pero le agradezco a Dios su ayuda en ese camino, porque si lo miramos en retrospectiva, no es nada fácil para una mujer, hija de unas personas muy sencillas (con orígenes humildes) asumir este rol en este tipo de organización.

Por esto quiero compartir mis vivencias a las nuevas generaciones para que confíen en sus habilidades y capacidades, porque la universidad forja un fuerte espíritu y convicción por las creencias, y estos elementos son cualidades diferenciadoras que los harán brillar. Si creen en Dios, confíen en su guía. Es importante perseverar en los objetivos y no desanimarse por los tropiezos del camino y, sobre todo, ver en cada cosa por sencilla que sea, el reto por hacerla de la mejor forma posible.