Un campus de excelencia al servicio de la paz. Experiencia de egresada 1
Por: Nidya Alejandra Jiménez Moreno
Terapeuta Ocupacional
Candidata a magíster en Desarrollo Educativo y Social, de la Universidad Pedagógica Nacional y la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano
alejandrajimenezm@gmail.com / najimenezmo@unal.edu.co
El panorama frente al conflicto armado interno y las situaciones de violencia de nuestro país parecieran, nos desbordan frente a la complejidad y la dimensión de la violencia en Colombia, la cual impacta negativamente en la profundidad y la estructura del tejido social, el desarrollo agrario, el capital simbólico, cultural, político, económico y humano de nuestro país. Es por esto que víctimas y sociedad civil con sentimientos de esperanza creemos y tejemos posibilidades de PAZ diariamente. Componentes como la sensibilidad, la receptividad y la dimensión ontológica se han convertido en resortes para la asunción de posturas, y prácticas éticas y críticas en nuestro quehacer profesional y cotidiano, frente a la realidad compleja del conflicto armado interno y las situaciones de violencia en Colombia. Por ello, compartiré mi dimensión sentipensante (término que usó un pescador en San Benito Abab – Sucre, en una conversación con el investigador y sociólogo Orlando Fals Borda) en dos de mis experiencias profesionales:
La primera fue una experiencia de acompañamiento psicosocial, para la generación de ingresos de comunidades desplazadas víctimas de violencia en Colombia2, como una herramienta en la configuración de apuestas de paz, inclusión y justicia ocupacional.
Dentro del marco de la reparación integral a las víctimas, la Ley 1448 de 2011 reconoce que los procesos de orientación y acompañamiento ocupacional-productivo a personas, familias y comunidades desplazadas pueden ser una oportunidad y una medida de asistencia, que forma parte del componente para la generación de ingresos y que se complementa con programas de empleo rural, urbano y el desarrollo de proyectos productivos. Estos últimos, constituyen medidas que trascienden la asistencia y se enmarcan en el proceso de reparación.
En esta lógica y marco normativo, el terapeuta ocupacional, desde la comprensión profunda de la ocupación humana, reconoce que la ocupación transciende el mero lugar de la productividad, y que esta propende, como lo diría Amartya Sen (2000), por el ejercicio de los derechos de participación social, política, económica y ocupacional de personas, familias y comunidades que han sido víctimas de la guerra en nuestro país. Siguiendo la idea de Sen frente al desarrollo y la libertad, además de mi saber e instinto ocupacional, por mi tránsito en los proyectos de acompañamiento a víctimas de violencia, sigo dándome cuenta de que la ocupación tiene el potencial para promover niveles de vida dignos y calidad de vida, sembrar y construir acciones de paz, fortalecer las capacidades humanas y, por ende, suscita que las personas puedan alcanzar grados de libertad frente a la toma de sus decisiones, elijan hacer las cosas que son valiosas para ellas, y se reconozcan y se sitúen en ese mismo lugar, sus subjetividades. Las ocupaciones ayudan a resignificar permanentemente la vida, y ellas podrían situarse en clave del desarrollo humano y en la edificación de escenarios y cultura de paz.
Otra de las experiencias profesionales fue la de acompañamiento con enfoque psicosocial, en el marco de un programa para el fortalecimiento productivo y empresarial a pueblos indígenas de Colombia3, algunos de ellos víctimas de violencia y desplazamiento forzado. En este, se buscó potenciar el desarrollo humano, productivo, comercial, el rescate cultural y las oportunidades justas de participación social. En ese proceso, con especial sensibilidad, se identificó el valor que tiene cada una de las actividades y ocupaciones que desarrollan los integrantes de una comunidad; para ellos, cada uno de los momentos del día y las actividades realizadas, organizan y le dan sentido a la vida misma, en sus dimensiones personales, familiares, comunitarias, políticas y ecológicas. Para los pueblos indígenas, ninguna de las dimensiones, anteriormente señaladas, es menos importantes que la otra; todo tiene sentido y significado, esta es una búsqueda por el equilibrio, el buen vivir y la relación armoniosa con el entorno, esto es construir paz. Este panorama deja ver que los procesos de acompañamiento y las acciones de paz deben estar anclados a las realidades sociales y humanas, a la cotidianidad, a los significados, y a los sentidos de las personas y sus territorios.
La comunidad UN como campo de excelencia del conocimiento, debe estar al servicio de la paz, con posiciones críticas y políticas, tejiendo caminos de paz, justica, reconciliación y esperanza, enfrentándose y reconfigurándose frente a las tensiones entre molduras institucionales, prácticas sociales reales y el saber profesional.
Bibliografía
Congreso de la República. (2011). Ley 1448 de 2011. Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones. Recuperado de: http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1448_2011.html
Sen, A. (2000). Development as freedom. Luz María Mohar (Trad.). New York: Alfred a. Knopf, Inc.
1 Este texto fue adaptado del original "El poder de la creación y la significación de la ocupación, experiencia con comunidades indígenas de Colombia" y "Resignificando la vida: experiencias ocupacionales con sentido humano", <<
2Programa desarrollado por el Departamento para la Prosperidad Social, con varios de sus operadores: Opción Vida, Corporación Escuela Galán. 2007, 2008, 2009, 2013, 2014. <<
3Proyecto desarrollado por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (Fupad), Artesanías de Colombia y el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. 2014-2015. <<