LA CIUDAD BLANCA, UN LUGAR EMBLEMÁTICO PARA LA INFANCIA
Por: Luz Deyanira León Hernández
Abogada
Universidad Nacional de Colombia
Licenciada en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas
ldleonh@unal.edu.co
Artículo escrito con motivo del Sesquicentenario de la UN, para la revista de los egresados.
Hace 30 años, cuando pasaba por la carrera 30 con calle 45, en el auto que llevaba las ollas del puesto de comida de mi abuelita materna hacia el Estadio El Campín, me decía frente a la Universidad Nacional de Colombia: “un día estudiaré allí”. Comprendí lo que un día respondieron mi madre y mi abuelita: que era muy importante hacer parte de esa universidad (sobre todo cuando ningún miembro de la familia hasta ese momento había logrado siquiera la secundaria); entonces tendría 10 años, y recién iniciaba el sexto grado; mas, desde la visión de una niña, la pequeña parte del campus que se aprecia desde ese punto, se ve gigante.Al iniciar Derecho, acompañada ocasionalmente de mi hijo mayor, por entonces de 9 años, me complacía verlo avanzar hacia la Facultad corriendo por el campus, reconociendo cada espacio, habitando conmigo ese pedacito de país. De nuevo por estos días, recorrimos la Ciudad Blanca, ahora con mi hijo de 3 años, volviendo a concienciar la importancia de la Universidad para los niños y las niñas que tienen la fortuna de transitarlo. La UN ofrece, para los infantes, un sinnúmero de actividades, no importa que las mismas no sean estructuradas, o que no se planeen con un específico objetivo pedagógico. Por donde vayan las niñas y los niños se encontrarán con la diversidad, incluso paisajística: ejes peatonales, plazas y plazoletas, zonas verdes, bloques arquitectónicos, miles de árboles y arbustos, etc. El Museo de Arte siempre es un espacio para la experimentación, para el aprendizaje: pintura, fotografía, instalaciones sonoras, piezas audiovisuales, proyecciones digitales, entre otras, sensibilizan de forma especial a los menores. Cruzar, no hace falta ingresar, frente al Conservatorio de Música de la Facultad de Artes, siempre será un deleite, se encuentran con el sonido de algún instrumento, casi siempre metales: una trompeta, una tuba, un saxofón, etc.; se pueden detener durante varios minutos a observar y escuchar, muy cerquita tienen a un intérprete que no se detendrá en su práctica. De pasadita, por la Facultad de Agronomía tienen oportunidad de apreciar los numerosos coleópteros (cucarrones) que habitan nuestro país, u observar, por los pastos cerca de Veterinaria y la tienda del centro Agropecuario Marengo, algunos equinos y ovinos; además, pueden disfrutar de varias de las piezas de la Colección Pizano, esculturas en diferentes espacios de la Universidad: la Hemeroteca Nacional, el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, y el hall del Auditorio León de Greiff. Y un viernes cualquiera, después de recorrer la Plaza Che, de acuerdo con la programación de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, los más chicos pueden acceder al auditorio central y disfrutar de la música. Eso, después de haber recorrido el campus y haber disfrutado “Caballo” y “Rinoceros” obras de Rodolfo Bodensiek; de contemplar el mural “Los Cuatro Evangelistas” de la Capilla Cristo Maestro, o de haber observado otros murales más desconocidos y no menos estéticos. La UN es un lugar abierto para los niños y niñas, si bien brinda espacios específicos para la prole de estudiantes y funcionarios, a través del Jardín Infantil y del Instituto Pedagógico Arturo Ramírez Montúfar (IPARM), la Universidad Nacional de Colombia es para la descendencia de todos los habitantes de nuestro país. Los diferentes lugares ofrecen alternativas para la universalidad desde la multiplicidad; por ello, para las nuevas ciudadanías, que se edifican precisamente desde la niñez, nuestra Universidad ofrece un espacio educativo y cultural, sensibilizador y transformador, el cual, junto a los miles de personas que la habitan a diario, hacen que, para la niñez, la Universidad Nacional de Colombia sea semilla de paz, construcción de nación, horizonte para su futuro.