“Paz, Reconciliación y Justicia Transicional: pequeñas acciones, resultados globales”

ARQUITECTURA DE LA REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN DE LAS VÍCTIMAS DE LOS MONTES DE MARÍA

En el año 2018 la Alcaldía de Sincelejo de turno, a través del Arquitecto Rafael Toro Heredia, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, me solicitó una propuesta arquitectónica que albergara un programa de actividades culturales que permitieran reivindicar, más que homenajear, a las víctimas del conflicto armado, en especial a aquellas que sufrieron en los Montes de María y se encuentran entre la incertidumbre y la esperanza.

Se formuló entonces una estructura espacial que; además de propiciar su uso como centro de relaciones culturales, producciones culturales, capacitaciones y procesos de reparación de tejidos sociales, de reconciliación y que aportan a la construcción social o de manifestaciones de la diversidad de la población local; es en sí misma un <texto> que aduce significados y valores culturales, estableciendo unas estéticas espaciales a manera de enunciado arquitectónico.

Figura 1
Vista general

Dicha estructura es una propuesta arquitectónica apoyada en un híbrido programático entre Centro Cultural, Parque Urbano y Plaza Pública, que presenta construcciones utilitarias destinadas a fines concretos e imágenes espaciales de la subjetividad colectiva propia de este mundo.

La propuesta presentada generaba una reflexión sobre el fenómeno de violencia y dolor humano desde la arquitectura misma, en donde la actividad humana a desarrollar allí es entendida como un rito con valor simbólico que se relaciona con una secuencia de espacios públicos de diversos matices: el espacio público se vierte sobre el espacio interior diluyendo el significado de lo íntimo con lo colectivo, el dominio de lo trascendente frente a lo inmediato y utilitario. La inclusión de lo público en la sucesión espacial disuelve los límites de accesibilidad y los límites materiales de los cerramientos. La secuencia espacial se establece como mecanismo de la inclusión de lo público en lo íntimo.

Figura 2
Aproximación al borde

El espacio arquitectónico aquí está referido a la relación primaria con la masa y el volumen y, en una segunda instancia, esta masa se rompe con vacíos que realizan una acción mediante un proceso de dilución de la masa en un fluido dinámico que vibra y palpita entre ellos. Esta noción de espacio, cercana a la visión que Oteiza nos demuestra en la obra de Eduardo Chillida en San Sebastián, nos permitió formular un espacio fluido y plástico que rompe una noción primaria regida por una aproximación matemática euclidiana, permanente y congelada en el tiempo.

Una visión mística, si se quiere apolínea-dionisiaca, como un valor derivado de un orden supremo de los sueños de una cultura que se niega a desaparecer ante los avatares de la violencia concreta y material. De una u otra forma son metáforas vívidas que articulan la experiencia de este mundo desgarrado por la violencia con los sueños del reino humano.

Si bien la arquitectura como lenguaje, como texto, probablemente solo sea posible leerla como experiencia directa a través de los sentidos, apostamos a que las imágenes y dibujos nos permiten acercarnos a su carácter y significado profundo. Esta inevitable distancia entre lo concreto y lo ideal, nos reta a sumergirnos en sueños que sugieren imágenes presentadas a nuestro lector y que nos conducen a momentos concretos de la memoria de quienes podrán vivirlos. Las imágenes que acompañan esta reflexión no son las ilustraciones sobre lo escrito. Las imágenes en sí mismas son otro <texto> de orden complejo que dice lo indecible.

Figura 3
Tres vistas diversas