“Habilidades Blandas en el Ejercicio de la Profesión"

"Ingeniero, tenemos un problema"

“Ingeniero, hay un problema en la línea” —me dijo Mary, una colaboradora que llevaba trabajando en la planta mucho más tiempo del que yo me había demorado en culminar mi pregrado, y casi me doblaba en edad.

Yo llevaba 3 días en la compañía, tenía 6 meses de experiencia profesional (adicional a la práctica), y aunque había aprobado las materias de: fluidos, transferencia de calor, transferencia de masa y diseño de procesos; en ningún libro, parcial, taller, exposición ni laboratorio de la universidad me había enfrentado a un problema como el que se me presentó. No me refiero solo a la situación que se vivió en la planta —hoy la veo como una desviación “normal”, comparada con los problemas con los que he lidiado desde entonces—. Hablo de la incertidumbre en la mirada de un equipo multidisciplinario (producción, mantenimiento, calidad) que tenía sus expectativas puestas en las decisiones y el plan de trabajo que yo debía proponer.

Aunque supe el nombre del cargo “líder de calidad” cuando me postulé meses antes, fue hasta ese momento que sentí realmente lo que implicaba el rol: liderar al equipo para resolver problemas.

Con el tiempo (7 años y contando) comprendí que liderar va mucho más allá de ser un jefe y dar directrices y definiciones a quienes colaboran con nosotros. La mejor descripción que podría dar hoy del liderazgo —y digo hoy porque ahora soy consciente de que se trata de un aprendizaje constante, dinámico y cambiante— es que es un proceso continuo en el que se debe lograr entusiasmar, inspirar, motivar, transformar y comprometer a quienes nos rodean. No se limita a lograr que los demás cumplan sus responsabilidades, sino que además se pretende que los otros quieran hacer las cosas con nosotros.

De diferentes líderes que he tenido en mi vida, algunas de las lecciones aprendidas que intento aplicar en el día a día son:

• Un líder es ético: evita el egoísmo, es alguien servicial.

• En una posición de liderazgo se debe buscar que los colaboradores muestren lo mejor de sí mismos, y reconocerlo oportunamente.

• Inspira a otros desde el ejemplo.

• Para el líder es indispensable tener claridad de la verdadera meta y propósito (el porqué), así podrá a través de los principios compartidos (el cómo) plantear el plan (el qué).

• La comunicación asertiva y con profundidad se logra a partir de una escucha efectiva de los demás.

• Asumir y sostener una postura de humildad (actitud de aprendiz) le permite al líder capitalizar los conocimientos y habilidades de su equipo. Depende de la capacidad de asociación del líder encontrar cómo ligar las fortalezas del equipo con las situaciones que se afrontan.

Continuando con el relato inicial, confieso que se me notaron los nervios, y a pesar de dar indicaciones —que, aunque apresuradas, en teoría eran las adecuadas—, la inexperiencia liderando me pasó factura.

Si hoy volviese a estar en el escenario descrito respondería: “Mary, tenemos un problema en la línea”, pretendiendo desde el discurso involucrarla en la situación, y a partir de allí buscar como equipo hacer un análisis efectivo y una proposición conjunta de acciones, para así llegar a la solución oportuna del problema, alineada al propósito que teníamos como compañía.

Aunque generalmente implica un reto, me encanta escuchar el “Sebas, tenemos un problema” —sí, logré que sea la frase que se use para transmitirlo—, porque sé que es una nueva oportunidad para asumir un rol de liderazgo, aprender de los demás, escuchar sus ideas, capitalizar lecciones, solucionar dificultades y reconocer los aportes y avances de cada integrante del equipo. Sus logros se sienten propios.