Figura 1. Arte rupestre interdisciplinario de los trabajadores en obra

Habilidades blandas muy blandas porque de la teoría a la práctica hay mucho trecho. “Mientras se es joven es mejor hacer trabajo de campo”, es lo que se dice en la carrera de Antropología para así tener experiencia en campo. Tomé la decisión de trabajar en una rama de la carrera y tuve que desplazarme a un nuevo paisaje, con nuevas personas, animales y sueños. En el pasado, el lugar tenía por nombre “el fin del mundo”.

Llevé conmigo todo lo aprendido en la carrera, me sirvió mucho. Pero la forma de ser y cómo se aprende a ser en la U. Nacional, contrasta con el mundo real. Era cuestión de tiempo poner a prueba las habilidades blandas que, como humanos, todos deberíamos tener y trabajar en ellas.

El ambiente social demanda un tiempo de adaptación y encasillamiento, a los monos que se encuentran en su ambiente natural o de cautiverio les cuesta aceptar un nuevo individuo, de lo contrario lo rechazan totalmente. El entrar a ocupar un nuevo espacio puede generar tensiones; el orden concebido para algunos puede verse afectado, pues se pueden sentir desplazados de su lugar, lo que posteriormente lleva a una interacción social negativa o positiva con el fin de “marcar territorio” y “escalones de poder”, aunque estos mayormente son innecesarios.

El ambiente interno del lugar fue todo un reto, “tóxico” sería la abreviación más apropiada para describirlo. Se podrán imaginar la xenofobia y los estigmas negativos qué se reproducen en comunidades lejanas sobre la U. Nacional y sobre quienes son de otras regiones. “Problemático” “esos de la UN” (un orgullo para mí) eran algunos de sus comentarios.

Mi respuesta a esto fue investigar cómo lidiar con personas y un ambiente de esa naturaleza. La solución la encontré en la comunicación asertiva. Marcar límites con alguien, por ejemplo, de ingeniería, sobre la confianza no dada produjo tensiones a corto plazo.

Los tintes autoritarios del lugar me pedían inteligencia emocional, aunque ellos carecieran de la misma. Seguí con la comunicación asertiva, haciendo un llamado al respeto mutuo, el cual fue no bromear entre ellos y yo; centrando toda mi atención en la realización del trabajo de campo junto con el personal en campo (otras empresas).

El programa de Arqueología del Rescate tiene su naturaleza, es acorralado por los rasgos racistas y de segregación sobre la historia precolombina, que se camuflan en la idea de “producción” y cuota de manejo. Los jefes directos daban las órdenes bajo la “política de dejar trabajar”, y creaban división interna, aunque para algunos “la ley se acata, pero no sé cumple”. El lado humano y la colaboración se dieron. El intento por trabajar en equipo en ser asertivos, en bromear con respeto, generó un ambiente en el cual la interdisciplinariedad fue lo que hizo posible un mejor resultado. Comencé a ser dinámico, escuché peticiones, preguntas y consejos (bilaterales) respecto al ambiente laboral. Las ayudas simples como tomar fotos en campo y otros acontecimientos me hacían entender la naturaleza del lugar. Sus “malos tratos” eran parte de su confianza¹ y la única forma de ser que conocen.

El camino también es forjador, hay que saber ser en “tierras ajenas”. En la obra todo pesa. La comunicación asertiva, marcar límites y no dejarse afectar hizo del ambiente un lugar liviano y mejor. Agradezco a quienes se dieron la oportunidad de trabajar interdisciplinarmente. Todos necesitamos de las habilidades blandas, somos humanos.

Pies de página

¹En el tono social se distingue, entre los conocidos y desconocidos.